Dra. Nuria Urquiza y su enfoque especializado en el tratamiento de la lesión del ligamento cruzado anterior

El ligamento cruzado anterior es uno de los 4 ligamentos primarios de la rodilla y es el que más frecuentemente se lesiona y que con mayor frecuencia requiere de una intervención quirúrgica. En los medios se escuchan frecuentemente noticias de deportistas de élite que sufren esta lesión y la gravedad de la misma para la continuidad de las temporadas deportivas.

La Dra. Nuria Urquiza, médico traumatólogo en Bilbao especialista en el tratamiento de lesiones de rodilla en pacientes deportistas, explica en qué consiste esta lesión, su tratamiento y recuperación.

¿Doctora, cuáles son los principales casos y causas en los que se produce una rotura del ligamento cruzado anterior?

La rotura del ligamento cruzado anterior (LCA) es una lesión común en la rodilla, especialmente en personas que practican deportes que requieren cambios de dirección rápidos y movimientos bruscos. La mayoría de las roturas del LCA ocurren durante la práctica de deportes de alta intensidad, como el fútbol, baloncesto, esquí, fútbol americano y rugby. Los principales síntomas que nos hacen sospechar rotura del LCA incluyen dolor en la rodilla, hinchazón, inestabilidad en la rodilla y dificultad para caminar o apoyar peso sobre la rodilla lesionada. 

¿Existe una opción conservadora para la recuperación de esta lesión?

Aunque la cirugía para reconstruir el ligamento cruzado anterior (LCA) es la opción de tratamiento más común para la rotura del LCA, también hay una opción conservadora que puede considerarse en determinados casos.

La opción conservadora se basa en rehabilitación y fisioterapia para fortalecer los músculos alrededor de la rodilla y mejorar la estabilidad de la articulación. El objetivo de este enfoque es mejorar la función de la rodilla y reducir la inestabilidad.

La opción conservadora se recomienda principalmente para personas que no tienen una actividad deportiva intensa, tienen lesiones en el LCA parciales, tienen una lesión en el LCA, pero también tienen otros problemas de salud que pueden aumentar el riesgo de complicaciones quirúrgicas, o para aquellas que deciden por razones personales no someterse a cirugía.

Es importante destacar que la opción conservadora puede no ser adecuada para todos los casos de rotura del LCA, y debe ser considerada en consulta con un especialista en ortopedia o traumatología deportiva que recomiende la mejor opción en cada caso en particular.

¿En qué consiste la cirugía?

La cirugía del ligamento cruzado anterior (LCA) es un procedimiento quirúrgico que se realiza para reconstruir el LCA roto. La cirugía se realiza mediante artroscopia, con pequeñas incisiones que permiten el acceso al interior de la articulación. En primer lugar, se retira el ligamento cruzado anterior roto. Posteriormente, tiene lugar la preparación del injerto: se prepara un injerto para reemplazar el LCA roto, que generalmente se toma de la propia rodilla del paciente (injerto autólogo) eligiendo el mejor tipo de injerto para cada paciente en función de su anatomía y sus demandas deportivas. Finalmente, se inserta el injerto en la rodilla y se fija en su lugar con tornillos o dispositivos de sujeción. Adicionalmente, se realizan las reparaciones oportunas que correspondan a la reparación de meniscos, daño en el cartílago o plastias adicionales con el objetivo de mejorar los resultados a largo plazo de nuestra cirugía.

¿Cómo es la recuperación tras la cirugía?

La recuperación después de la cirugía del ligamento cruzado anterior (LCA) puede ser un proceso largo y desafiante, pero con la dedicación adecuada y la ayuda de un equipo de profesionales médicos, puede ser exitoso. En las primeras semanas, después de la cirugía, el objetivo principal es controlar el dolor e inflamación, y mejorar la movilidad y la fuerza muscular. En las siguientes semanas, se enfoca en aumentar gradualmente la intensidad y la duración de los ejercicios de fisioterapia, para mejorar la fuerza y la estabilidad de la rodilla. 

A medida que la rodilla se vuelve más fuerte y estable, se pueden incorporar ejercicios más intensos y específicos para deportes y actividades, incluyendo entrenamiento de equilibrio y control neuromuscular de la rodilla. En caso de pacientes con alta demanda deportiva, es muy beneficioso contar con la ayuda de un readaptador deportivo para esta fase. 

Es importante destacar que el tiempo de recuperación puede variar significativamente de persona a persona. Además, es importante seguir las recomendaciones del cirujano y del fisioterapeuta y no apresurarse a volver a las actividades deportivas intensas antes de que la rodilla esté completamente recuperada y fortalecida.

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