El aburrimiento y la procrastinación son dos estados emocionales que todo el mundo enfrenta en algún momento de su vida. Ambos pueden parecer inofensivos al principio, pero a menudo se entrelazan y pueden tener un impacto significativo en la productividad y bienestar general. Explorar en profundidad la conexión entre el aburrimiento y la procrastinación permite identificar las causas subyacentes y las estrategias prácticas para superarlos y aprovecharlos de manera más productiva.
Aburrimiento y procrastinación
El aburrimiento es una emoción que surge al sentir falta de interés o motivación para involucrarse en una actividad. Se caracteriza por la sensación de monotonía y la incapacidad de encontrar satisfacción en las actividades. El aburrimiento se ha convertido en un sentimiento cada vez más presente en esta sociedad hiperconectada. Con la tecnología y la distracción constantemente al alcance, parece que nadie debería nunca sentirse aburrido. Sin embargo, este exceso de estímulos puede llevar a una desconexión de uno mismo y de lo que realmente se quiere lograr.
Por otra parte, la procrastinación es el acto de posponer o evitar tareas importantes o responsabilidades en favor de actividades más placenteras a corto plazo, pero menos significativas. Es el resultado de una lucha interna entre la gratificación instantánea y la necesidad de completar tareas importantes.
La intersección entre el aburrimiento y la procrastinación
A menudo, el aburrimiento es una de las principales razones detrás de la procrastinación. Cuando aburre una tarea, el cerebro busca distracciones y actividades más interesantes para llenar el vacío emocional. Aquí es donde surge la procrastinación como una forma de evitar enfrentar esa sensación incómoda de vacío. La falta de interés característica de los estados de aburrimiento, así como la falta de propósito y la evitación de emociones desagradables, puede influir en la propensión a procrastinar.
Abordaje productivo
El aburrimiento y la procrastinación pueden entrar en un círculo vicioso difícil de romper. Del aburrimiento de las tareas que son su responsabilidad, las personas pasan a la procrastinación para postergar la decisión de moverse de esa sensación, y esa evitación produce un bienestar que alivia inicialmente, pero que puede llevar un decaimiento de la motivación y la productividad.
Eva Gómez Coloma, psicóloga de Barcelona que tiene su propia consulta de psicología coaching, señala que a menudo el aburrimiento es expresado en las sesiones de psicología coaching como una emoción muy relacionada con juicios negativos sobre uno mismo. Recuerda que esta condición suele estar asociada con la tristeza o el sentimiento de carencia. Añade que la mayoría de las personas no puede identificar qué es lo que le hace falta. En los casos en los que el aburrimiento se percibe como una indiferencia, rutina, resignación o desgana puede convertirse en el motor de cambio. Permitirse el aburrimiento como manera de divagación puede potenciar la creatividad y las conexiones inesperadas. La comprensión profunda del sentido del aburrimiento a través del acompañamiento profesional puede reinterpretarse como una señal de cambio de rumbo y de inicio de un nuevo camino búsqueda. La indagación de los anclajes del aburrimiento y cómo se conecta con otros procesos de procrastinación aportará la información para elaborar una hoja de ruta, una brújula para volver a conectar con la motivación y el propósito, afirma la experta.