En la búsqueda constante de comprender el complejo mundo de las relaciones interpersonales, la psicología brinda una perspectiva valiosa sobre el concepto de toxicidad en la vida. Cada persona, en algún momento, ha experimentado situaciones difíciles y ha conocido a personas que parecen esparcir negatividad a su alrededor. Pero, ¿quién lleva la responsabilidad de estas dinámicas tóxicas? ¿Son las personas que las generan o el entorno en el que se desarrollan?
La teoría de la toxicidad en las relaciones sugiere que tanto las personas como las circunstancias pueden contribuir a la dinámica tóxica. A menudo, las discusiones sobre este tema se centran en la identificación de la «persona tóxica», pero es importante reconocer que la toxicidad no siempre es inherente a una persona. Puede emerger como resultado de una interacción compleja entre individuos y su entorno. En este artículo, se va a explorar esta idea más a fondo.
La persona tóxica: realidades y mitos
El término «persona tóxica» se ha popularizado en los últimos años, pero ¿qué significa realmente? En psicología, no existe una definición universalmente aceptada de una persona tóxica y es crucial evitar caer en la trampa de etiquetar a alguien sin comprender su situación y contexto.
Una persona puede ser considerada tóxica cuando exhibe comportamientos que dañan a otros, como la manipulación, la crítica constante, la falta de empatía o la negatividad crónica. Sin embargo, es importante recordar que estos comportamientos pueden ser una respuesta a sus propias luchas internas y heridas emocionales. Y también se debe tener presente que cada persona puede mostrarse de diferente manera según se establezca en la interacción con otra persona. Poner etiquetas de toxicidad de forma banal puede dificultar enormemente la resolución de conflictos e impedir la asunción de la responsabilidad de cada parte en ellos, explica la psicóloga coach eVa Gómez Coloma.
La situación tóxica: el rol del entorno y la interacción
En contraste, una situación tóxica se refiere tanto a un entorno o contexto en el que las relaciones y dinámicas son inherentemente dañinas. Esto puede incluir ambientes de trabajo hostiles, relaciones de pareja disfuncionales o incluso amistades que generan más angustia que alegría. Las situaciones tóxicas, a menudo, pueden influir en el comportamiento de las personas y llevarlas a adoptar actitudes negativas.
Un ejemplo claro de una situación tóxica es el acoso laboral. Cuando un empleado se encuentra en un ambiente de trabajo hostil, puede comenzar a mostrar comportamientos negativos, como la falta de cooperación, el desánimo o la ansiedad.
Responsabilidad compartida
La discusión sobre la persona tóxica versus la situación tóxica se vuelve aún más relevante cuando se habla de responsabilidad. En última instancia, todas las personas son responsables de sus propios comportamientos, pero también se debe reconocer que las circunstancias pueden influir de forma muy determinante en sus acciones. Esto lleva a la idea de responsabilidad compartida.
Cuando las personas se encuentran en una situación tóxica, es esencial que se tomen medidas para cuidar la salud mental. Esto puede incluir establecer límites claros con personas que exhiben comportamientos dañinos y buscar apoyo de amigos, familiares o profesionales de la salud mental. Sin embargo, también es fundamental abordar las condiciones tóxicas en el entorno en sí. Esto puede requerir cambios organizativos en el trabajo, buscar terapia de pareja en relaciones disfuncionales o incluso distanciarse de amistades perjudiciales.
Por otro lado, cuando se considera a la persona como tóxica, es importante tratar de comprender sus motivaciones y circunstancias. En muchos casos, estas personas también necesitan apoyo y ayuda para superar sus problemas subyacentes. No siempre es fácil, pero mostrar empatía y compasión puede ser el primer paso para cambiar una relación con componentes disfuncionales y dañinos.
Cómo manejar las dinámicas tóxicas
Entender la diferencia entre la persona tóxica y la situación tóxica es crucial para abordar estas dinámicas de manera efectiva. Aquí hay algunas estrategias para manejar ambas:
Establecer límites claros: tanto si una persona se encuentra en una situación tóxica como si se lidia con una persona tóxica, establecer límites es fundamental. Comunicar las propias necesidades y expectativas de manera asertiva puede ayudar a protegerse emocionalmente.
Buscar apoyo: no hay que enfrentar la toxicidad solo. Es importante buscar el apoyo de amigos, familiares o un terapeuta que ayuden al individuo a navegar por la situación.
Fomentar la comunicación: en las relaciones con personas tóxicas, es esencial abrir un diálogo sincero. A veces, la falta de comunicación es lo que agrava los problemas. Aprender a tener conversaciones es básico, apunta eVa Gómez Coloma Psicóloga Coach. Saber pedir y ofrecer es esencial para establecer un diálogo claro.
Autoevaluación: si una persona se considera una persona tóxica en ciertas circunstancias, es importante buscar ayuda profesional para abordar los problemas emocionales y mejorar las relaciones. Asumir la parte de responsabilidad en el seno de una relación dañina es el primer paso para resolver el conflicto.
Cambio de entorno: si se está en una situación tóxica, hay que evaluar si es posible moverse del entorno. Esto podría implicar cambiar de trabajo, buscar un nuevo lugar para vivir o reevaluar las amistades. Considerar las posibilidades de movimiento puede ser liberador en momentos de máxima tensión y abrirse a nuevas perspectivas aporta luz en situaciones de este tipo.
Conclusión
En última instancia, la toxicidad en las relaciones es un tema complejo que involucra tanto a las personas como a las circunstancias. En lugar de etiquetar rápidamente a alguien como «tóxico», se debe considerar el contexto en el que se encuentran, las razones detrás de su comportamiento y la responsabilidad de cada persona en la interacción. La responsabilidad compartida permite recordar que todas las personas tienen un papel que desempeñar en la construcción de relaciones saludables y la creación de entornos positivos. Al comprender esta dinámica, las personas pueden trabajar juntas para crear relaciones más saludables y felices en la vida.