“Para mí, envejecer es genial.
Es lo mejor, considerando la alternativa”.
Michael Caine, actor.
“La vejez no es una enfermedad, sino un privilegio”.
Papa Francisco.
Desde 1948, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publica un sistema codificado de causas de enfermedad y muerte bajo el nombre de “Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades” (CIE), que se revisa cada 10 años.
En esta última versión, que ha entrado en vigor en el año 2022, se incluye la vejez como enfermedad, lo cual ha desatado una gran polémica, pues considera los “períodos geriátricos inicial y final” un problema relacionado con la salud.
¿Por qué lo ha hecho?
Sobre esto se pregunta al Dr. Luis Gallego, experto en traumatología y medicina regenerativa, fundador de la Clínica RegenerActiva, que expresa lo siguiente:
“Es una decisión polémica, porque podría entenderse que discrimina a las personas mayores. Pero la OMS no aborda las enfermedades a través de la fe, como el Papa, ni del fino humor inglés, como hace Michael Caine.
El hecho de que la OMS considere la fragilidad senil una enfermedad es un cambio de paradigma revolucionario, que permitirá que tu médico te prescriba medicinas para evitar que aparezcan enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
Por ejemplo, la Metformina es una medicina que se usa para tratar la diabetes (el “azúcar en sangre”), pero además, ha demostrado que aumenta la longevidad de los que la toman: de los diabéticos y de los no diabéticos.
Hasta ahora, solo se podía prescribir a enfermos, pero ahora se abre una puerta para que puedas beneficiarte de sus efectos si estás sano, para vivir más tiempo.
Si tuviéramos que saber un dato, solo uno, de una persona, para determinar su riesgo de muerte tanto por cáncer, infarto o enfermedades degenerativas neurológicas, sería la edad.
Cuando podamos controlar el proceso de envejecimiento podremos vivir de forma saludable durante mucho tiempo (podremos prolongar nuestra juventud)”.
Ya en el año 2012, el cirujano japonés Sinya Yamanaka recibió el premio Nobel por conseguir “rejuvenecer” una célula adulta aplicándole unas moléculas denominadas “factores de transcripción”, el camino está abierto a nuevos avances en la terapia antienvejecimiento.
Una de las personas que más saben acerca de esto es el Dr. David Sinclair, de la Universidad de Harvard, que afirma las siguientes premisas. En primer lugar, que se están malgastando muchos recursos investigando tratamientos para enfermedades como el cáncer, el Alzheimer y enfermedades del corazón de manera aislada, en lugar de buscar tratar la raíz del problema, lo que subyace a todas ellas: el envejecimiento.
En segundo lugar, que no hay nada más peligroso para la sociedad que el envejecimiento, pues las personas ya se han rendido a su poder sobre ellas.
Por último, que gracias a la ciencia y al tratamiento de múltiples enfermedades, quizá se haya podido prolongar la esperanza de vida, pero no la vida saludable: las personas mayores viven sufriendo, aquejadas de múltiples enfermedades, como la artrosis, que no matan pero sí mortifican.
Por tanto, el pensamiento que defiende el Dr. Sinclair podría interpretarse con esta analogía: en lugar de ir “tapando agujeros” y gastar recursos para tratar el cáncer, las enfermedades cardiovasculares o el Alzheimer de forma independiente, quizá sería mejor enfocar la medicina para “reforzar las tuberías” para que duren más y no se estropeen, mediante la medicina preventiva antienvejecimiento (“age management medicine”).
Parece, por tanto, que la OMS está dando un gran paso a este respecto al considerar la vejez como una enfermedad tratable.