‘Lo quiero y lo quiero ya’. Crece entre los jóvenes la exigencia de inmediatez por tener un producto, según AIS GROUP

Hasta hace poco, había que esperar la aceptación de la financiera, pero los tiempos deben ser más cortos para que la venta se haga efectiva y el cliente se lleve el producto “puesto” gracias al “buy now, pay later”, o sea, compre ahora y pague luego. Satisfacer esta manera de consumir es un reto para las financieras, que deben se capaces de evaluar “en tiempo real” a los solicitantes de crédito para que la compra se produzca. Y, además, deben hacerlo de una manera ágil y sencilla, evitando tediosos formularios que acaben arruinando la operación.

“Ahí es donde entra con fuerza el open banking”, comenta David Fernández, director comercial de AIS Group, empresa especializada en el desarrollo de modelos de inteligencia artificial y herramientas para la gestión del riesgo de crédito. Por open banking se entiende la práctica de compartir de forma segura información financiera del usuario, como es la información de sus cuentas y su operativa transaccional, que brinda a las financieras una visión completa del perfil del solicitante, permitiéndoles evaluar a un usuario no vinculado, como si se tratara de uno de sus clientes. Además, el usuario se ahorra una larga espera y la necesidad de aportar documentación que acredite su solvencia.

Al contrario de lo que podría parecer, los usuarios están cada vez más dispuestos a compartir sus datos con las financieras. “La gran mayoría de usuarios dan acceso a la financiera a sus cuentas para que recabe la información necesaria ágilmente y decida si aprueba o no la operación, indica Fernández. “Alguna de las financieras en las que hemos instalado nuestra solución de open banking, evalúa a día de hoy a través de ella el 90% de sus solicitudes de crédito”, revela.

Reactivación del crédito al consumoEl momento actual es especialmente favorable para la adopción de soluciones de open banking, como parte de la estrategia de transformación digital de las financieras. La COVID-19 ha provocado la caída de la cartera de créditos de estas entidades alrededor de un 20% -un 30%, si se consideran exclusivamente las operaciones de crédito al consumo otorgadas a particulares-. El saldo de estos préstamos ha pasado de los 36 mil millones de euros en diciembre de 2019, a unos 26 mil millones en septiembre de 2021.

“No es de extrañar, por tanto, que las entidades quieran establecerse en una senda de crecimiento, pero necesitan hacerlo manteniendo su riesgo controlado”, afirma Fernández. “Aprovechar el cambio de hábitos de los consumidores y brindarles, de paso, una experiencia de cliente excelente, totalmente alineada con su deseo de inmediatez, sin duda es una de las palancas donde apoyar ese crecimiento”, concluye.

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