Ser capaz de poder desarrollar algo único es síntoma de trabajo, dedicación, esfuerzo, pero también de mucho talento, como el que demostró Diego Suárez Liceras en su momento. Este emprendedor fue un auténtico visionario en este sentido y en otras muchas cosas, viendo los cambios o las posibilidades que se pueden generar si se está atento a los problemas y oportunidades en general. Él siempre dice que unos lloran y otros tienen que vender clínex.
Un producto artesanal con presencia internacional
Estar en 23 países del mundo con un producto artesanal requiere de un gran esfuerzo: elegir la materia prima de la máxima calidad y el mejor packaging para sorprender a todo el mundo no es fácil y está en manos de muy pocos.
«Cuando has sido capaz de estar dos veces en la Casablanca invitado por Clinton y Obama para conocerte y probar tus productos mientras Pedro Sánchez no ha estado ninguna dice mucho del talento», afirma el emprendedor.
Si bien parece fácil, a la hora de hacerlo, la realidad es otra. Surgen problemas de todo tipo como en cualquier negocio, aumentado por la presión de querer ser diferentes y únicos.
«A pesar del poder de las grandes multinacionales que distribuyen el alcohol a nivel mundial como son DIAGEO, LVMH, Bacardi, Pernaud Ricard y Maxium, no todos sus productos son de la calidad adecuada, aunque sí comercialmente hablando. Los grandes grupos dan muchos apoyos a los locales de venta generándose una manifiesta comparativa en qué tipo de empresarios son financiados por las marcas y quién debe de hacerlo con sus propios recursos y esfuerzos… Un dumping en muchos casos en toda regla que nadie ha denunciado por el gran poder de estos grandes grupos con negocio billonario», asegura Suárez Liceras.
En resumen, Diego Suárez Liceras y Vin Doré 24K son un tándem al estrellato y un alegato al esfuerzo y a la diferenciación. «Si no que se lo pregunten a Brad Pitt y a Angelina Jolie…».