David Fernández Hernández es psicólogo general sanitario y desarrolla su actividad laboral en Capital Psicólogos, un espacio de psicología Madrid donde trabaja un equipo de profesionales al servicio de las personas que, por el motivo que sea, atraviesan algún tipo de dificultad en su vida. Esto último es algo que, según el mismo David, seguramente suena a todos, y lanza las siguientes preguntas: ¿Quién no se siente triste, sobrepasado, con estrés o ansiedad en determinados momentos?, o ¿quién no sabe a veces cómo afrontar situaciones que en el pasado no suponían un problema, ya sea en el ámbito familiar, laboral, de pareja o meramente personal?
Pues bien, el especialista indica que «cuando esto nos preocupa sobremanera, nos incapacita para llevar una vida dentro de unos límites saludables o, simplemente, cuando queremos resolver algunas cuestiones que rondan nuestra cabeza desde hace tiempo, quizás sea el momento de acudir a un profesional en el campo de la psicología y pedir ayuda, algo que, en ocasiones, nos cuesta mucho».
Compartir con el círculo cercano de familiares y amigos aquellos problemas que impiden a una persona sentirse bien es, no solo muy habitual, sino muy recomendable, pero hay aspectos que, dada su naturaleza, lo recurrentes que son o lo inmanejables que resultan ser, es mejor abordarlos con alguien desde un punto de vista profesional y con la distancia y objetividad que este brinda.
Relacionado con esto, David Fernández apunta lo siguiente: «Es muy frecuente ver en consulta a personas, parejas o familias que llegan con dificultades que vienen experimentando desde hace ya mucho tiempo, a veces, situaciones muy cronificadas. Es como cuando alguien tiene un dolor en una muela y lo va dejando hasta que ese dolor se torna insoportable y hay que atajarlo de manera urgente. ¿Por qué esperar a que el dolor nos impida trabajar, relacionarnos, comer o dormir? De la misma forma, ¿por qué esperar a que esa o esas dificultades que nos acompañan nos compliquen la vida hasta al extremo de no poder también trabajar, relacionarnos, comer o dormir? Es cierto que no siempre es fácil identificar qué nos está pasando, pero una vez detectamos (o a nuestro alrededor detectan) que no estamos atravesando un buen momento y no somos capaces de solucionarlo nosotros mismos, es hora de intentar buscar una solución efectiva».
La psicoterapia brinda esa ayuda profesional y efectiva, basada en la confianza y el apoyo, que permite, a través del diálogo y la relación entre la persona o personas y el psicólogo, establecer objetivos terapéuticos. Todo ello desde la neutralidad y respetando la confidencialidad de quién o quiénes acuden a consulta.
Desde hace ya muchos años, y estos últimos de forma exclusiva, David Fernández viene desarrollando su trabajo en el ámbito de la clínica privada, atendiendo a personas adultas, que acuden con ansiedad, estrés, depresión, problemas de autoestima, falta de motivación o propósito vital, adicciones, trastornos de la conducta alimentaria, etc., y parejas y familias que atraviesan crisis que les resultan complicadas de manejar. Es experto en terapia de pareja y familia y, al igual que sus compañeros de Capital Psicólogos, interviene con técnicas de tercera generación, tales como la Terapia de aceptación y compromiso, EMDR o brainspotting.
Para David, «resulta muy estimulante trabajar con personas que vienen a consulta solicitando ayuda, consensuar objetivos y colaborar con ellos para alcanzarlos, ver su evolución. Sobra decir que el camino es distinto e individualizado en cada caso, que no hay recetas universales para un mismo problema o que no hay soluciones mágicas, pero sí es cierto que, en no pocas ocasiones, se producen cambios muy significativos y en la mayor parte de los casos hay avances que hacen que la vida de las personas con las que trabajo (o como a mí me gusta denominar, colaboro) sea más satisfactoria».
Por último, el experto destaca el hecho de que «se trata de identificar y saber qué nos pasa, qué nos puede haber llevado a sentirnos de una determinada manera y fomentar recursos y herramientas para enfrentar distintas situaciones futuras de la forma más responsable y funcional posible, tanto para nosotros como para nuestro entorno. Es, por tanto, un compromiso con nosotros mismos y con las personas que nos rodean; querer estar mejor, más tranquilos, comprendernos, y abordar todo lo que viene con más habilidades y mejor armados».