El cerebro, el gran misterio, ese entramado de carreteras nerviosas, ensambladas con gran complejidad, emitiendo descargas nerviosas desde las áreas cerebrales más dispares. Se deja ver un orden, una sincronización perfecta porque hay un Yo que dirige ese concierto, en medio de ese aparente caos se hace un pensamiento, pura actividad nerviosa, neuroquímica en acción. En el mismo instante en el que se da en la mente una idea o una emoción, hay descargas que hacen de un evento mental, existencia física y tangible, la mente se hace física en un cerebro. ¿Cómo es posible?
Es el gran misterio que abre posibilidades no pensadas, si el pensamiento se muestra como descargas nerviosas, quiere decir que la mente es la que da soporte y realidad a la actividad cerebral, y no al revés. Es la persona la que gobierna a su cerebro y, con él, a todo su cuerpo. Esta realidad tiene implicaciones enormes para la recuperación de las enfermedades. El potencial de las emociones para obrar reparación y sanación de la salud perdida, es esa gran medicina de la que se dispone de manera natural, con solo ser conscientes de esta realidad. Pero es el gran misterio ¿Cómo es posible?
No se puede hacer una tortilla de pensamientos
No se puede hacer una tortilla de pensamientos, de la misma manera, ¿Cómo un pensamiento puede reducirse a un conjunto de descargas nerviosas? ¿Cómo se puede estar en un cerebro metido? ¿La persona en una “cosa” que se podría coger con las manos? ¿Cómo puede estar la mente en un espacio? El cerebro pesa, pero la mente no. La mente no ocupa espacio, ni se puede tocar, ¿Cómo es posible?
Pensar en una mente en un cerebro metida es una aberración existencial, es una aberración del pensamiento, es mezclar dos realidades que no se tocan. Aberración metafísica y epistemológica. Si no se puede hacer una tortilla de pensamientos, tampoco se puede meter la mente en un zapato, ¿Por qué en un cerebro sí?
¿Qué pasa en el cerebro cuando la persona ya no está? No se diferencia en nada de una piedra, inerte; pero lo que uno es, no es físico, esa realidad no física que uno es, perdura en el mar de la existencia. La mente no es realidad no física como contrapuesta a lo físico, simplemente es esa realidad que se llama existencia, puro SER, lo que hay, trasciende las polaridades opuestas, porque no Es nada determinado, ni físico, ni no físico, simplemente es, el ser, lo que hay, la existencia. Cuando un ordenador rompe o una inteligencia artificial es desconectada, ya no está, no existe, porque siempre ha sido cosa y seguirá siendo cosa, pero el ser humano es realidad existencial, está hecho de la misma existencia, el ser, lo que es, lo que Hay, lo que existe, me hace realidad existencial, la persona “es”, un ordenador no “es”, la persona está hecha de pasta existencial, un ordenador es cableado eléctrico, si los circuitos rompen, ya nada hay; uno es realidad existencial que se manifiesta en la red neuronal, pero es la existencia que se deja notar en la activación nerviosa, pero no es activación nerviosa, uno es existencia pura, si el cableado rompe la realidad existencial sigue existiendo, porque la existencia existe, su esencia es existir, el ser es siempre, el ser no deja de ser, porque es la existencia misma, lo que hay, que no se puede describir, porque no se puede categorizar, ni clasificar, ni someter a número, ni puede explicarse por paradigmas científicos, no obedece a ninguna lógica, porque es la pura existencia, lo que hay, lo que Es, lo que da soporte y existencia a todo lo que Es. La mente existe, simplemente Es, se es, no en un espacio, porque la mente no ocupa espacio, solo se muestra en el cerebro, a través de esa red neuronal, pero se es, se existe, se es.
Con estas reflexiones nace una obra en seis tomos, que lleva a recorrer un viaje apasionante, por los senderos que abre la metafísica, la epistemología, la ontología, la hermenéutica, incluso la cibernética, esas ciencias que tocan los límites de la existencia que unidas, sumándose a ese saber que entiende del ser humano, la psicología, dan como fruto una nueva psicoterapia «La dialéctica aplicada» que se nutre de la filosofía, pero que sana y repara las perturbaciones emocionales, pasando del pensamiento formal al relativista que todo interroga, que el relativismo conduce a la dialéctica, pura fusión de contrarios, que deja todo concepto, toda categoría en su nada, pasando esa fusión de contrarios, a otro nivel, en el que la palabra no encuentra sentido, porque no hay esquemas ni conceptos que atrapen la verdadera realidad, que trasciende el lenguaje para llegar al entendimiento que ya solo llega al sentimiento, sin palabras, que cuando el interior sabe desligarse de sesgos cognitivos, esquema disfuncionales, absolutismos, que son maneras irracionales de pensar, que traen patología y emociones perturbadas, con la dialéctica aplicada, ya el lenguaje y todas sus categorías se desvanecen, solo el entendimiento que ve, no con ojos de aquí, oye, no con sonidos de este mundo, habla, no con lenguaje de aquí, que se presenta de lleno el sexto sentido, ese que percibe, toda percepción de la realidad, pero no con los cinco sentidos, sino ese sexto sentido que repara, da luz y entendimiento, marca camino y sendero, porque uno se encuentra con una realidad fuera, pero que trasciende y hace, se percibe amor, realidad existencial que se muestra alguien, porque el amor solo encuentra su ser en esa realidad que hay, que es lo que es, lo que hay, la pura existencia es amor, pero el amor no existe por sí solo, como si fuera una deidad abstracta, no sería amor, sería un algo, pero es alguien, cuando se deja empapar de la pura existencia, enamora, asombra, que solo se puede decir, con lágrimas de emoción, de ese sentimiento de amor que invade el ser, se siente amada/o, cuando se tocan los misterios de la existencia, solo se puede decir, no como Descartes que llegó a una conclusión «pienso, luego existo», la conclusión es: »cada persona está hecha de pasada divina, esa realidad existencial que trasciende y da ser es el mismo Dios, y da ser de su ser, y Dios es amor y una persona descubre amada, y Dios le da ser a cada instante con acto de amor, la metafísica existencial es la metafísica del amor. No se dice «solo sé que no se nada», solo se sabe que ahora todo cobra sentido, y del interior sale solo una palabra: ¡Impresionante!
Si se quiere emprender este viaje, se deja en el punto de partida: El cerebro, el misterio del universo, el misterio de lo que uno es, gran misterio. ¿Qué es el Yo? ¿Qué son las personas? ¿Por qué están aquí? ¿Por qué se existe?
María Esther Gómez Rubio es una filósofa, neuropsicóloga y psicóloga clínica, motivada a ayudar a los demás a encontrar el camino hacia su felicidad, contribuyendo al autoconocimiento, la autovaloración y el amor propio de la persona, encaminándola a la serenidad y paz interior.
De la filosofía a la psicología clínica
Es una obra en seis tomos. El primero se interroga por la existencia, el segundo tomo se adentra en el ser humano, el tercer tomo se encuentra con el nacimiento de una psicoterapia, a partir de aquí, se inicia la dialéctica aplicada a los problemas de pareja, trastornos de ansiedad, trastornos depresivos, enfermedades orgánicas y enfermedades terminales y trastornos crónicos.
Así empieza esta obra que encierra los grandes misterios de la existencia.
Para culminar con el sexto tomo en el sexto sentido. Y si se quiere seguir viajando, esta obra avanza con la siguiente obra en tres tomos «El Ser y la Lógica de Dios», que trata de descifrar la mente de Dios, para encontrarse en la cumbre de la montaña, recuperar el lenguaje, en diálogo con Dios, sumar Ciencia y Dios a la conquista de la salud física y mental, con el libro en dos tomos Dialogando y reflexionando con Dios.