Entrevista al creador del Bonsái (de cobre) más caro del mundo

Cuando por el año 1964 el maestro del bonsái John Y. Naka terminó de componer el bosque Goshin “el protector del espíritu”, creó un icono que aún hoy en día está considerado como el bosque más bello jamás creado. Los bonsáis se consideran una obra maestra de incuantificable valor y que, actualmente, se puede contemplar en el Arboretum Nacional de Estados Unidos.

Medio siglo después, el artista Javier Badiola reinterpreta la obra siguiendo este mismo espíritu innovador. A partir del reciclaje de cobre proveniente de instalaciones eléctricas y frigoríficas y utilizando una técnica patentada propia crea obras de gran formato y extraordinario realismo que cobran vida donde la naturaleza no puede sobrevivir, en un espacio cerrado y con luces tenues.

¿Por qué asegura que su versión de Goshin es el bonsái de cobre más caro del mundo cuando ni siquiera le ha puesto un precio?

Actualmente, no hay nadie en el mundo que los construya de esta manera, la técnica y la patente son mías. Aun así me llevó casi mil horas de trabajo finalizar la obra, todo hecho a mano, martillo y soldadura. Pocos están dispuestos a trabajar tanto tiempo para tan incierto resultado, yo sí, lo hago por amor al arte. He dejado un precio abierto para que cualquiera pueda valorarlo.

Ud. afirma que el mercado artístico es una tarta de la que se trocea la gloria en ediciones limitadas porque quizás sea difícil digerirla entera para una sola persona.

Sí, prefiero vender un original que un millón de copias, entiendo que estoy empezando y que es extraordinariamente complicado encontrar alguien que crea en el proyecto y lo financie, pero mi deber es ser fiel a mi filosofía. Y tengo mucha paciencia.

¿Cuál es su proyecto?

Crear bonsáis para formar una exposición pública permanente con una representación artística de los diferentes hábitats de la tierra. Como esto es económicamente insostenible, realizar trabajos bajo demanda a quien desee tener un objeto único.

También estoy trabajando en una serie de bonsáis que rompen absolutamente con todo lo conocido hasta ahora y que cuentan una historia más allá de la tradicional.

Ud. no proviene del mundo del arte, ¿es difícil comenzar?

Me considero un advenedizo, el chico nuevo en la ciudad. Todo es nuevo y casi todo está cerrado, comenzar es fácil, lo difícil es no desfallecer, he conocido gente que con treinta años ya lo había dejado por puro aburrimiento y porque no se valora la mano de obra. Si fuera fácil lo haría cualquiera, ese es el reto.

¿Y las ayudas públicas?

Ni están ni se las esperan, si tuviera que diseñar una escultura con forma de bonsái para referirme a la administración del Estado tendría la forma de un árbol entre un muro y una apisonadora.

La única financiación posible es privada, la que aporto yo con mi trabajo, la que aportan los clientes que me compran una obra y la buena voluntad de quien me quiera ayudar mediante donaciones económicas.

¿Cuáles son sus objetivos más próximos?

Seguir trabajando para completar una exposición individual prevista para finales del 2023.

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