Hoy en día, uno de los mayores obstáculos que encuentra la sociedad para promover la sostenibilidad ambiental es la obsolescencia programada, un concepto que se refiere a la durabilidad limitada de los productos, hecho que supone un impacto, no solo en el aspecto medioambiental, sino también en lo económico, político y social.
En este marco, FENISS tiene como fin divulgar información útil para conocer las consecuencias de estas acciones por parte de los fabricantes, y, a la vez, potenciar a las empresas con una filosofía afín a la organización y concienciar a la sociedad sobre la necesidad de crear un modelo económico y social sostenible.
Obsolescencia programada
La obsolescencia programada es la determinación por parte de los fabricantes del fin de la vida útil de un producto. De esta forma, este se volverá obsoleto, inservible o no funcional después de un período calculado de antemano, generando en los consumidores la necesidad de comprar un nuevo producto para sustituir al que dejó de funcionar.
En este sentido, la lámpara incandescente fue el primer elemento afectado por la obsolescencia programada a principios del siglo XX, cuando en el contexto de la Gran Depresión se aprobó una ley que limitaba la duración de los productos en a favor de aumentar la producción y reactivar la economía. Por ende, la bombilla pasó de durar 2.500 horas en 1879 a 1.000 horas en 1925, obligando a las personas a comprarlas con mayor regularidad.
Así, las empresas pueden verse beneficiadas con mayores ingresos económicos provenientes de compras más frecuentes, en detrimento de las necesidades de sus clientes y de la sostenibilidad ambiental, entre otras cuestiones.
A su vez, esta limitación del ciclo de vida de los diferentes artículos de uso cotidiano también contempla la imposibilidad de repararlos, ya que desde las áreas de atención al cliente de las compañías se induce a comprar un producto nuevo en lugar de arreglar el que ha dejado de funcionar, ya sea por falta de repuestos o por su excesivo coste.
Tipos de obsolescencia programada
Si bien la obsolescencia programada se utiliza en una gran variedad de productos, es posible encontrar 3 tipos diferenciados dentro de este tipo de planificación.
En esta clasificación se encuentran la obsolescencia funcional, la de diseño y la tecnológica, las cuales presentan ligeras diferencias entre sí. En este aspecto, la primera de ellas es la más habitual y consiste en que el producto falle de forma predeterminada por el fabricante; en tanto que la obsolescencia de diseño hace que un artículo, a pesar de poder seguir utilizándolo, quede obsoleto por ser «anticuado», un hecho fácilmente palpable en la industria de la moda.
Por otra parte, la obsolescencia tecnológica se refiere a aquellos productos que llevan incorporada una tecnología desfasada, cuestión usual en los teléfonos móviles y sus sistemas operativos, los cuales pierden velocidad o no disponen de suficiente memoria al ser actualizados para implementar nuevas funcionalidades.
Consecuencias de la obsolescencia programada
Escondida detrás de la falsa premisa del fortalecimiento de la economía de las naciones, la obsolescencia programada trae aparejadas múltiples consecuencias negativas para la sostenibilidad ambiental, además de afectar la vida de las personas en las dimensiones financiera y social.
De este modo, una vez que los usuarios se deshacen de los productos que han dejado de funcionar, estos son destinados a campos de basura tecnológica ubicados en países en vías de desarrollo, por lo que la programación de la vida útil de los bienes de consumo no solo supone el agotamiento de los recursos naturales y la entrada a la rueda del consumismo, sino también la destrucción del medioambiente y, en consecuencia, una disminución de la calidad de vida de las personas.
En este camino, el hecho de que un aparato electrónico no pueda ser reparado perjudica también a los pequeños comercios dedicados a dicha tarea y, al mismo tiempo, impacta impidiendo que los individuos disfruten de sus momentos de ocio al incidir directamente en su capacidad económica.
Asimismo, en lo que respecta a la sostenibilidad ambiental, es importante señalar que la mayoría de los artículos electrónicos contienen diversos elementos contaminantes como plomo, níquel, arsénico, zinc y otros metales pesados que provocan severos daños en la naturaleza y en la salud de las personas.
Una organización comprometida con erradicar la obsolescencia programada
Con el objetivo de divulgar contenido que permita a los usuarios conocer en qué consiste este tipo de práctica por parte de las empresas, cómo detectarla y cuáles son sus consecuencias, el fundador de ISSOP Technology, una marca del mundo de iluminación LED certificada y fabricada sin obsolescencia programada, Benito Muros creó la fundación FENNIS.
En este contexto, esta organización busca dar a conocer y potenciar a las compañías e inventores con proyectos afines a los valores de transparencia, independencia, innovación, eficiencia, profesionalidad y calidad, apuntando no solo hacia la erradicación de la obsolescencia programada, sino también a un compromiso ético que incluya a la sostenibilidad ambiental y a un nuevo sistema de gestión económico y social.
Por lo tanto, los particulares, empresas, administraciones públicas o entidades sin ánimo de lucro que deseen colaborar con FENNIS podrán beneficiarse, en el futuro, en diferentes sentidos como la obtención de ventajas fiscales, la posibilidad de crear vínculos con otros agentes colaboradores y de participar en programas y proyectos de desarrollo integral, además de acceder a descuentos en productos pertenecientes a empresas que cuenten con el sello ISSOP por su compromiso con la sostenibilidad ambiental.