Si bien muchas personas planifican su día a día llevando a cabo rutinas que les brindan una percepción de control y seguridad sobre su vida, la falta de certeza o el conocimiento limitado sobre lo que sucederá en el futuro forma parte de la vida y a menudo puede generar una sensación de incomodidad que afecta al estado emocional. Pero no todo son desventajas en la incertidumbre.
¿Qué se considera como incertidumbre?
Es posible definir a la incertidumbre como la falta de seguridad, de confianza o de certeza que puede sentir un individuo en situaciones en las que no cuenta con el control total o en las que carece de información respecto a un evento externo a sí mismo. Desde la perspectiva de la psicología, la incertidumbre desempeña un papel significativo en nuestras vidas y puede afectar nuestra salud mental y emocional. En este marco, es necesario señalar que la sensación de incertidumbre se encuentra siempre presente, aunque en niveles altos o de forma prolongada puede provocar estrés, ansiedad e inseguridad, así como miedo, inquietud y malhumor, entre muchos otros malestares emocionales.
Por otra parte, y más allá de las respuestas emocionales negativas, la incertidumbre puede afectar a la toma de decisiones, llegando a desembocar en parálisis por análisis para evitar el riesgo asociado al desconocimiento del futuro.
De esta manera, cada persona tiene un grado de tolerancia a la incertidumbre diferente, por lo que quienes tienen dicho umbral más bajo tienden a sentir agotamiento y perturbación ante situaciones ambiguas, además de creer que los acontecimientos inesperados deben evitarse por ser perjudiciales. Por su parte, las personas con alta tolerancia a la incertidumbre pueden adaptarse a distintas circunstancias y a creer en sus posibilidades a pesar de no contar con información sobre lo que va a ocurrir.
La incertidumbre como motor de cambio
Pero no todo es negativo. La incertidumbre forma parte inherente de la realidad y vale la pena explorar los aspectos positivos para jugarlos a favor.
Aunque la incertidumbre puede ser un riesgo y una sensación de vulnerabilidad para muchas personas, también puede significar una oportunidad y una motivación para realizar acciones que impulsen a salir de ese estado. Para ello, es fundamental identificar la causa del miedo que genera la incertidumbre, analizar las posibilidades de actuar frente a él y detectar otras emociones que lo acompañan.
Por ende, para poder gestionar la incertidumbre es esencial plantarse cómo afecta esta situación y en qué áreas de la vida se manifiesta (la vida personal, profesional, las relaciones interpersonales…). De esta manera, la incertidumbre estimula el crecimiento personal, gracias a que coloca a la persona en zona de desafíos para salir de la zona de confort.
Por otra parte, fomenta la resiliencia, ya que obliga a enfrentar adversidades y poner en marcha mecanismos de adaptación que en situaciones de seguridad no exploraríamos. Aprender a lidiar con la ambigüedad, la falta de control o la imprevisibilidad permite desarrollar una mayor tolerancia a la frustración, lo cual ayuda a enfrentar futuros desafíos con mayor confianza y calma emocional.
La incertidumbre obliga a abandonar las expectativas preconcebidas y a estar abiertos a nuevas posibilidades. Cuando no tenemos una respuesta clara o una solución inmediata, tenemos la oportunidad de explorar diferentes perspectivas y enfoques. La incertidumbre puede ser el punto de partida para la creatividad y la innovación. Al estar dispuestos a experimentar y probar nuevas ideas, se pueden descubrir caminos que de otro modo no se habrían considerado.
La falta de certezas también enseña a aceptar que no siempre se tiene el control total de la vida. Aprender a aceptar la incertidumbre y adaptarse a las circunstancias cambiantes ayuda a desarrollar una mayor flexibilidad y resistencia psicológica. La aceptación de la incertidumbre permite liberarse de la lucha constante por el control y brinda la capacidad de fluir con los cambios. Al aprender a adaptarse, se puede hacer frente a situaciones imprevistas de manera más efectiva y reducir el estrés asociado con la incertidumbre.
Otro de los aspectos positivos de las experiencias sobre las que no se tiene el control es que generan y fomentan el aprendizaje y la creación de significados personales. Estas situaciones llevan a reflexionar sobre los desafíos de la vida, metas y valores personales, cuestionar las propias creencias y evaluar lo que es realmente importante en la vida de cada persona. Este tipo de introspección, así como la valoración de los propósitos, permiten aprender de los errores y crecer y evolucionar como seres humanos.
A este respecto, un proceso de psicología coaching no solo puede ayudar a los pacientes a disminuir la percepción de que la incertidumbre es una amenaza, sino también convertirla en un factor clave para reflexionar sobre sí mismos.
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En este escenario, resulta importante acudir a un profesional de la psicología cualificado como Eva Gómez Coloma, psicóloga coach que ofrece a sus clientes todas las herramientas necesarias para aprender a tolerar y sacar el máximo partido de las situaciones de incertidumbre que inevitablemente forman parte integral de la vida.