La relación entre la autoexigencia y la autoestima y los problemas que puede generar

La autoexigencia hace referencia a la búsqueda de cada persona por satisfacer sus necesidades biológicas, psicológicas o existenciales.

Es una herramienta que sirve de orientación para saber qué es lo que se busca y cómo se pueden gestionar los deseos. En sí, no resulta problemática, aunque si es más intensa de lo esperado, puede repercutir negativamente en la autoestima de una persona.

Cuando la autoexigencia y la baja autoestima se convierten en un problema, resulta conveniente acudir a la ayuda de profesionales en psicología. En este sentido, en el Instituto Psicológico Cláritas es posible acceder al servicio de los mejores psicólogos de Madrid para abordar malestares como la ansiedad, la frustración y la baja autoestima. 

¿Qué es la autoestima?

La autoestima se puede definir como el concepto que una persona tiene de sí misma, lo que incluye el valor, el respeto y la autocompasión que se otorga. O sea, la autoestima es la apreciación subjetiva que alguien tiene sobre sí mismo, tanto por lo que es, como por lo que hace. En esto último, se incluyen situaciones de éxito o de fracaso. Por ejemplo, alguien orgulloso de su trabajo, sus hijos y su apariencia física, posee una alta autoestima y, seguramente, viva las situaciones de fracaso como oportunidades para mejorar.

Pero en otros casos, el autoconcepto de una persona puede ser sumamente negativo. Es probable, entonces, que esa persona llegue a un cuadro de ansiedad o frustración porque su autoexigencia se convirtió en un problema. Esto se produce porque, según entiende la corriente psicológica que desarrolla la Terapia Focalizada en la Emoción, hay partes de la mente que activan mensajes agobiantes con respecto al futuro y castigadores con relación al pasado.

El “yo” preocupador y el “yo” crítico

En terapia es posible abordar los aspectos del “yo” que atosigan a una persona y moldean negativamente su autoestima por un exceso de autoexigencia. Los psicólogos definen a esa parte de las personas como el “yo” crítico, que suele ser tiránico. Los efectos de esos mensajes que una misma persona produce son desesperanzadores.

El «yo» crítico es la voz interior que provoca que alguien se sienta como un incapaz. Además, supone un castigo, porque vincula a los fracasos con el propio ser o la experiencia previa. O sea, en estos casos, la persona que se ve involucrada en un fracaso personal o profesional siente que se lo merece y que hizo todo mal para llegar dónde está. 

Con el trabajo en terapia, en un instituto psicológico como Cláritas, es posible lograr que el “yo” preocupador desplace al crítico. Los psicólogos pueden conseguir que en un paciente primen las voces de alerta, que sirven para resolver o prevenir problemas, y no los mensajes destructivos, que socavan la autoestima de una persona.

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