Si bien la ciencia aún no ha podido demostrar que el clima influye en el dolor de espalda, las consultas a profesionales de la medicina por esta cuestión son cada vez más frecuentes. Con el fin de brindar respuestas efectivas ante las dudas que surgen, desde la Unidad de Columna y Traumatología Biziondo explican cuáles son los efectos que produce la meteorología en los dolores de espalda y cómo hacer para prevenirlos.
Las consecuencias de la meteorología en el dolor de espalda y sus efectos directos
A lo largo de la historia, la ciencia ha intentado certificar si la meteorología incide verdaderamente en trastornos reumatológicos como los dolores de espalda y otras articulaciones. Pese a que no pudo hacerlo con datos fehacientes, existen personas que frente a algunos escenarios climatológicos sufren estas afecciones de una forma mucho más aguda y prolongada en el tiempo.
Así lo confirman las consultas que reciben los especialistas de Biziondo, quienes remarcan que algunos de sus pacientes no consiguen tolerar el dolor ante la alta humedad, las ráfagas de viento a gran velocidad y la baja presión atmosférica con tormentas, lluvias y frío intenso.
Aquellos que sienten un dolor mucho más severo frente a los cambios bruscos de temperatura son considerados como “meteosensibles”. En ocasiones donde el frío es el principal causante de esta problemática, los efectos pueden ser directos o indirectos.
Las consecuencias directas del frío en el dolor de espalda se relacionan con un incremento en el riesgo de contraer una lesión en la zona (los discos que están entre las vértebras pueden dañarse fácilmente), con la reducción del suministro sanguíneo de nutrientes que puede generar la aparición de isquemias parciales, y con la disminución de la fuerza muscular.
Los efectos indirectos de la meteorología en el dolor de espalda y las medidas preventivas que se pueden aplicar
Cuando las temperaturas son muy bajas, los “meteosensibles” no solo pierden fuerza, sino también sensibilidad en sus articulaciones. Este problema genera que sus salidas al exterior sean mucho más difíciles, ya que cualquier movimiento les termina costando el doble. En un contexto climatológico adverso, la persona que posee un dolor de espalda crónico camina mucho más lento de lo normal y tiene mayores posibilidades de lesionarse.
El sedentarismo es otro de los efectos indirectos. Con el frío y los vientos fuertes, el ejercicio físico para quienes experimentan un dolor de espalda severo resulta inviable. Esta cuestión no solo agrava aún más las molestias, sino que puede provocar una autoestima baja.
Si bien no hay una cura específica para los efectos que produce la meteorología en el dolor de espalda, existen algunas medidas preventivas que ayudan a reducir su impacto. Se destacan limitar el tiempo de exposición al frío, el viento y las corrientes de aire, mantener un clima óptimo dentro del hogar o trabajo, sostener la postura adecuada con la espalda erguida, y llevar a cabo una alimentación saludable.