Que la calidad del aire interior ahora resulta una prioridad sanitaria es una realidad.
Desde que la OMS diera a conocer evidencias científicas ciertas que confirman el potencial de transmisión de COVID-19 en forma de aerosoles en espacios mal ventilados e higienizados, las nuevas variantes del virus continúan dando la razón a este hecho.
A la par, van apareciendo términos que definen la realidad de muchos locales y edificios públicos que aún no han puesto en marcha medidas efectivas para la mejora de la calidad del aire.
Uno de estos términos es el del ‘síndrome del edificio enfermo’, que hace una clara referencia a estos inmuebles en los que el aire almacenado puede estar entre 5 y 8 veces más contaminado que el aire exterior.
Los especialistas en calidad del aire de Fellowes aseguran que garantizar la renovación constante del aire en todos los espacios cerrados a través de la ventilación y la higienización con purificadores es algo imprescindible para la salud de las personas.
Un reciente estudio elaborado por la compañía revela, además que un 89% de las personas que se encuentran trabajando en el interior de edificios con estas medidas les da una mayor seguridad y se sienten más tranquilos y productivos.
Y es que los síntomas que produce estar en el interior de un inmueble con el ‘síndrome del edificio enfermo’ son muy variados y van desde el dolor de cabeza a irritaciones de piel, mucosas nasales o dificultad para concentrarse, entre otros. Y todo por la elevada concentración de partículas contaminantes de carácter neurotóxico, víricas como la del COVID-19 y otras de similares características que tienen estos edificios.
Oficinas, colegios, administraciones públicas, espacios hosteleros, etc. La OMS ha sido clara al respecto: un tercio del parque inmobiliario en los países industrializados será propenso a sufrir el ‘síndrome’.
Por este motivo, y ante la necesidad de preservar la salud de los establecimientos abiertos al público, será obligatorio desde el 1 de Enero de 2023 medir la calidad del aire interior.
Para que estos edificios mejoren su calidad y dejen atrás la calificación de ‘enfermos’, Fellowes recomienda combinar de forma efectiva la ventilación natural con el uso de equipos de purificación de aire con certificación COVID, además del mantenimiento exhaustivo de los sistemas centrales de ventilación con un control exigente por los departamentos de prevención correspondientes.