Poner en el mercado viviendas para todo tipo de personas es una de las metas que han guiado a SALAS en sus 30 años de trayectoria dedicados a la obra nueva. Por ello, no es de extrañar que ya desde la propia concepción de los proyectos arquitectónicos, se haga especial hincapié en garantizar que las viviendas sean accesibles (incluso más allá de lo que marca la normativa actual) y fácilmente adaptables.
Este último concepto significa que se pone especial cuidado en determinados aspectos del diseño de manera que, en caso de necesitarlo en un futuro por alguna circunstancia concreta, la adaptación de la vivienda adquirida sería mucho más sencilla y el coste de esta adaptación sería menor.
Y es que, ciñiéndose a lo que dicta la legislación, se puede como dictaminan aspectos como que todos los recorridos desde la entrada del edificio hasta cada una de las viviendas tienen que ser accesibles, sin escalones y con rampas de anchos y pendientes concretas que faciliten su tránsito con una silla de ruedas, por ejemplo.
La normativa también especifica diferentes espacios en las viviendas donde debe caber un círculo de un diámetro concreto (entre 1,20 metros y 1,50 metros, según el caso) para facilitar el giro de personas con movilidad reducida. Este criterio también se aplica en zonas comunes, como ascensores o acceso a las viviendas adaptadas, cuyo número total dentro de un edificio también está fijado por ley.
Por supuesto, todos estos y otros aspectos como ‘zonas refugio’ para personas con sillas de ruedas en caso de incendio (dado que no pueden bajar por escaleras ni usar ascensores), se cumplen escrupulosamente en cada uno de los edificios de SALAS, siendo parte del trabajo del equipo de arquitectura el recopilarlos e incluirlos en sus proyectos.
Diferencias según la localización
Esta labor de recogida de información se debe hacer de manera muy detallada, puesto que la norma no es la misma en todos los territorios. Así pues, existe un código técnico de edificación que marca las pautas a nivel estatal, pero también existe normativa a nivel regional e incluso municipal.
A modo de ejemplo, en Cataluña, donde SALAS empezó su andadura y donde tiene un gran número de promociones, la legislación exige que las puertas de acceso a las viviendas tengan un ancho libre de paso de 80 centímetros. Esta medida, no es exigible en Baleares -la segunda comunidad en número de promociones de SALAS-; sin embargo, a nivel interno, la empresa ha decidido aplicarla del mismo modo en los proyectos inmobiliarios que se desarrollan en las islas. Y es que en SALAS siempre se ha apostado por la accesibilidad.
De hecho, años atrás cuando la legislación al respecto era más limitada, a través de la Fundació SALAS se impulsó la modificación de la ley de accesibilidad catalana hasta conseguir que todas las viviendas de obra nueva o resultantes de una rehabilitación tuvieran que ser accesibles.
Otro ejemplo de la diferencia de normativa entre territorios es que en la mayoría de municipios se exige que las plazas de aparcamiento tengan un ancho de 2,20 metros; mientras que SALAS aplica por norma general 2,30 metros de anchura. Con una clara excepción: la ciudad de Barcelona, donde el consistorio exige 2,40 metros de ancho en las plazas de parking.
Mayor accesibilidad en el alquiler social
Siguiendo fiel a sus inicios, en los que gestionaban comunidades de propietarios y cooperativas de viviendas para acceder a pisos asequibles, la empresa sigue promoviendo de manera especial este tipo de proyectos.
Para ello, impulsa dos fundaciones, la Fundació SALAS, encargada de promover viviendas en venta o alquiler a precio asequible; y la Fundació Nou Lloc, que se encarga de gestionar viviendas en alquiler social.
Y es precisamente en estos edificios donde se marca una mayor diferencia entre lo que exigen las normativas y lo que ejecuta SALAS. Mientras que la legislación especifica las medidas a tomar solo en los pisos para personas con movilidad reducida, SALAS aplica varios de estos criterios a todas las viviendas de sus promociones sociales.
Dejar espacios suficientes para moverse en los baños (incluyendo el círculo de giro para silla de ruedas), que el acceso a las terrazas sea a pie plano (con el único saliente del propio grosor de la balconera), o el ancho de 80 centímetros en todas las puertas de la vivienda (no solo de algunas zonas como indica la norma) son solo algunos de los ejemplos de la apuesta de SALAS por la accesibilidad.
Pero también lo son otros menos evidentes, como una señalética de plantas y puertas suficientemente grande y en colores que hagan contraste para facilitar su legibilidad a personas con problemas visuales o el hecho de colocar las llaves de paso del agua a una altura máxima de 1,40 metros.
Pequeños detalles que, aunque puedan pasar desapercibidos para la mayoría, marcan una enorme diferencia para aquellas personas que tienen alguna dificultad y por las que SALAS, a través de sus fundaciones, apuesta firmemente.